
A primera vista, el Global Mercy™ parece un crucero: blanco y reluciente, con cubiertas elevadas y del tamaño de una manzana urbana. Pero al entrar, descubrirás algo mucho más extraordinario: seis quirófanos, ocho camas de cuidados intensivos y casi 200 camas hospitalarias, todas destinadas a personas que de otro modo nunca podrían ver a un médico.
Este verano, el mayor buque hospital civil del mundo recibió en Cádiz a dos visitantes de Bender: Dorothea Bender-Fernández, presidenta del grupo Bender, y Benjamin Greiff, Global Market Segment Manager para el área marítima de la empresa. No vinieron como pacientes ni médicos, sino para conocer al hombre que suministra energía a este hospital flotante: el jefe de ingeniería eléctrica Renier Marx.
Y Renier tenía una historia que contar.
“Cada día presenciamos milagros a bordo”, comienza Renier, mientras guía a sus invitados por los luminosos pasillos del hospital. “Niños con piernas arqueadas caminan rectos por primera vez. Se eliminan cataratas y alguien vuelve a ver claramente el rostro de su ser querido. Pero detrás de cada operación, cada luz, cada monitor que pita, está la electricidad. Sin un suministro eléctrico seguro, nada de esto sería posible.”
¿El reto? Las fallas a tierra.
Los problemas eléctricos pueden no sonar tan dramáticos como las operaciones que salvan vidas, pero para el pequeño equipo técnico de Renier eran una pesadilla.
Cuando el Global Mercy™ fue entregada durante la pandemia de COVID, la tripulación se enfrentó a una avalancha de problemas eléctricos.
“Había fallas a tierra por todas partes”, recuerda Renier. “Pero el sistema antiguo no nos decía dónde. Así que teníamos que apagar sistemas enteros uno tras otro, esperando encontrar el fallo. Imagina hacer eso en un hospital en pleno funcionamiento: es simplemente imposible. Los pacientes deben seguir siendo atendidos, incluso si tienes que revisar un cable.”
Se ríe, pero es una risa que recuerda noches sin dormir. “Pasamos semanas, a veces meses, buscando fallos que desaparecían justo cuando creíamos haberlos encontrado. Era como jugar al escondite.”
Ahí es donde entra Bender.
Renier recuerda bien la primera vez que su equipo utilizó los nuevos dispositivos de monitorización de aislamiento y localización de fallos a tierra. “De repente, todo fue sencillo. ¡El sistema Bender nos mostraba dónde estaba el fallo! Íbamos directamente allí. Honestamente, hubo tantos momentos ‘¡Ajá!’ que perdimos la cuenta.”
Dorothea comenta: “¿Así que buscar fallos a tierra se volvió casi divertido?”
Renier sonríe. “Exacto. Reducimos el tiempo para encontrar fallos de meses a semanas, y luego a minutos. Y siempre es una satisfacción poder arreglar algo.”
El nuevo sistema no solo ahorró tiempo, sino que también dio seguridad a Renier y a su equipo de trabajo.
“Cuando no sabes dónde está el fallo, no puedes dormir por la noche. Te imaginas los peores escenarios: ¿y si durante una operación falla un sistema crítico? Pero ahora vemos exactamente lo que ocurre, en tiempo real. Podemos solucionar los problemas antes de que se vuelvan peligrosos. Esa claridad no tiene precio.”
Incluso los patrones en los datos cuentan una historia. Fallos que ocurrían por la noche durante la temporada de lluvias apuntaban a la iluminación exterior. Un motor que se deterioraba lentamente se manifestaba a través de sutiles cambios en el aislamiento.
Benjamin lo resume así:
“Los médicos del Global Mercy™ devuelven la vista a los pacientes. Con la tecnología Bender, los ingenieros de a bordo eliminan las incertidumbres sobre los fallos de aislamiento en sus sistemas eléctricos. En ambos casos, se trata de devolver claridad y confianza a las personas.”
En el mayor buque hospital del mundo, salvar vidas y mantener las luces encendidas van de la mano. Gracias a las soluciones de Bender, las fallas a tierra ahora se ven como oportunidades para mejorar el sistema. Ya no representan una interrupción, sino que son la prueba de que la seguridad y la simplicidad pueden coexistir incluso en alta mar.
Y por eso, la tripulación del Global Mercy™ ahora dice algo que nadie habría esperado: Amamos las fallas a tierra. Porque cuando encontrar fallos es fácil, el barco puede centrarse en lo esencial: devolver la esperanza, la curación y la vida misma.

